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sábado, 10 de enero de 2015

LA MUERTE VIENE DE LEJOS: el segundo caso de la juez De Marco


     Tras el enorme éxito de No acosen al asesino, José María Guelbenzu (Madrid, 1944) publicó La muerte viene de lejos: novela que supone una continuación de la anterior y una consecuencia, pero no una superación. El lugar donde se desarrolla el argumento es el mismo: la costa cantábrica y la provincia de Santander; también lo son los personajes principales: la juez Mariana de Marco, la Secretaria Carmen Fernández, el capitán López de la Brigada Especial de la Guardia Civil; el argumento de la obra gira en torno a un supuesto asesinato y un supuesto criminal; de nuevo se echa mano de la clasicidad policiaca: escasos personajes y funcionalmente definidos, lugares cerrados o muy delimitados, argumentos simples...
    En fin, nada de “novela negra”, sino todo lo contrario: acción reposada, diálogos reflexivos, reminiscencias de los clásicos del suspense cinematográfico como La sombra de una duda (Hitchcock, 1942), con su análisis sobre la dualidad del ser humano —una elegante fachada alberga una interioridad pérfida y cruel—; o como Sospecha (1941), también de Hitchcock, con el retrato de un cazadotes en busca de presas; sin olvidar los puntos en contacto con otra novela (y varias películas) ya clásica: El talento de Mr. Ripley (1955) de Patricia Highsmith.
      La propuesta de Guelbenzu es bien sencilla: Carmen, la amiga de la Juez de Marco, pretende reabrir el caso en torno a la muerte de un viejo avaro, al sospechar que fue el sobrino de éste quien realmente lo asesinó. La Juez Mariana de Marco conocerá a Rafael Castro, el sobrino, y entre ellos surgirá una relación que irá más allá de lo meramente profesional. Son pocos los personajes que aparecen, y la mayoría de ellos lo hace en forma de pareja: el rico y atractivo Rafael y Vanessa, su joven prometida; la vehemente Carmen y su silencioso amigo Teodoro; la retraída Mariana y Carmen; de nuevo Mariana, pero esta vez más impulsiva, y el cínico Rafael; el tímido Teodoro y el chismoso Tomás. Con todos ellos el autor desarrolla un argumento lineal, sin bifurcaciones que puedan extraviar al lector. Uno lee la novela y se deja llevar por los diálogos rápidos y evolutivos; salpicados por digresiones que no cansan, por retratos psicológicos de los personajes poco profundos... En fin, Guelbenzu conoce los resortes del género —y también su liviandad—, y los maneja con mano precisa.
        Es cierto que la novela te atrapa desde las primeras páginas; pero también lo es que la calidad de esta es inferior a su predecesora. Quizás Guelbenzu haya agotado sus recursos en el género policial; o tal vez los personajes y su ambiente no den más de sí, Por ahora podemos disfrutar de una novela sencilla, escrita aceptablemente (aunque hay ciertos errores argumentales —por ejemplo en las primeras páginas se dice que Vanessa está embarazada, pero luego no aparece alusión a ello, de hecho el narrador parece haberlo olvidado— y de estilo: comentarios extemporáneos de los personajes, perogrulladas del narrador): su cometido es entretener y lo consigue, que no es poco.
      Como complemento a las investigaciones de los protagonistas a la caza de un supuesto asesino, Guelbenzu muestra unas relaciones sentimentales lógicamente típicas, a tenor del desarrollo de la obra y del recuerdo de muchas novelas similares. Carmen pretende que Rafael —el supuesto asesino— rompa el compromiso con su sobrina Vanessa; pero al intentar llevar a buen puerto esta pretensión ella misma se ve enredada con Teodoro, el antiguo novio de Vanessa, y la Juez Mariana con el propio sospechoso.
     Al final es el azar quien pondrá la solución a todo: situación muy real, por eso el autor intenta amoldarla a la deducción lógica a posteriori. Y aunque no es un final todo lo poéticamente justo que esperamos; justo es reconocer que cerramos la novela con un buen sabor de boca.


J. M. Guelbenzu

La muerte viene de lejos,

 ed. Alfaguara, 2004. 305 páginas.