portada

portada

sábado, 1 de noviembre de 2014

EL FARO DE UMSSOLA: relatos inquietantes.

      Lo grandioso de la literatura es que ofrece un abanico tan enorme de gusto y posibilidades que difícilmente alguien podrá sentirse defraudado. Confieso que me acerqué a El faro de Umssola y otros cuentos subterráneos con cierto recelo: desconocía todo sobre la autora; tiendo a desconfiar de los libros de relatos (que muchas veces son cajones de sastre y desastres). Ahora, cuando después de un par de tardes de intensa lectura cierro el volumen, termino concluyendo que las propuestas de Anamaría Tríllo son realmente notables. 
    El volumen está formado por cinco relatos escritos todos ellos con una prosa cuidada y detallista en la que se observa, con gratitud, que la autora ha intentado colmarla de estilo y de amor. A estas alturas de la película ( mi vida) me siento capaz de apreciar al autor que ha preferido volcarse en la utilidad (que también es estimable) o, por el contrario, ha ido un paso más allá, buscando un cierto rasgo de estilo, un cuidado exquisito en el empleo de las palabas conviertiendo a estas no en meros signos que sustituyen realidades, sino en algo más. Es decir, Anamaría Trillo ha concordado forma y fondo; y cierto es que en algunos pasajes de algunos relatos la vena lírica (pues es este género el que más entrelaza contenido y continente lingüísticos) te salta a los ojos y te alegra la inteligencia.
    Dos rasgos unen y cohesionan todas las narraciones del volumen: el hecho de estar escritos, los cinco, en primera persona; y el hecho, no menos importante, de que todos ellos versan sobre la confluencia de realidad y ficción lo que dota al conjunto de cierta unidad de perspectiva.
    «El faro de Umssola», el primer relato, es un sabio ejercicio en torno a la realidad y la apariencia, con un final arquetípico de relato fantástico.
    «Y ella dijo “ven”» se emparenta con el primero por el ambiente marino de ambos y también por la relación entre fantasía y realidad, con un final que rompe, no obstante, la verosimilitud ficcional y los cánones ortodoxos del género (¿quién escribe y el relato y cuándo?).
   «A tumba abierta» es, desde mi gusto, el más débil de la serie pues no acaba de ubicarte temporalmente —ha de llegar un dato externo (la inscripción de una lápida) para revelarte que el relato se desarrola a comienzos del siglo XX— y, además, la historia parece un mero chiste alargado, con un desenlace que, para más inri, no me ha hecho reír. Los momentos fantásticos o fantasmagóricos realzan el conjunto pero no acaban de redondearlo, quizás esa debió de haber sido la línea del relato, pero la autora obtó por otra más sencilla… Una lástima.
    «Donde empiezan las circunferencias» tiene todo el aspecto de relato cortaziano, con realidades paralelas y distantes que terminan confundiéndose, redactado con un estilo que te sumerge en los sueños del protagonista. Un placer y un golpe de calidad tras la sensación agridulce del anterior cuento.
    Cierra el libro «Conducir por la noche» donde la voz del narrador es cínica y desencantada y lo convierte en un héroe al modo de Woody Allen: el antihéroe sobre el que recae nuestro aprecio. El personaje es tan sumamente gilipollas que no puedes dejar de apreciarlo. Un buen final para un libro realmente notable que nos muestra una autora (que también es poeta) a descubrir.

     Esperemos que Anamaría Trillo se prodigue más a partir de ahora y nos continúe regalando con más rasgos de buen hacer y de gusto por la escritura. Lo esperamos por el bien de ella, claro, y también por el bien nuestro.




Anamaría Trillo,
El faro de Umssola y otros cuentos subterráneos,
 Ed. Playa de Ákaba, Madrid, 85 páginas.